Calli... sabe cómo divertirse. Ha estado tan ocupada chupando pollas de chicos de fraternidad, que no ha tenido ocasión de lavarse su sucio coño en años. Aun así, encuentra tiempo para trabajar como voluntaria en el albergue local de los sin techo. Lamentablemente, los degenerados sin techo sudorosos y malolientes tienen normas y no tocan su coño rancio. Pero no importa. El ánimo de Calli sigue siendo alto, a diferencia de su coeficiente intelectual.