Cuando la puerta rosa de Mikayla empieza a estrecharse bajo el golpeteo de la lengua de Kimberly Kane, ella no está dispuesta a permitir que continúe. Con varios chasquidos enérgicos de su consolador transparente, la Sra. Kane abre de nuevo la puerta rosa de Mikayla para poder succionar hasta la última gota de su néctar reluciente.