A Malory Maze ya le da igual quién sea el hombre, siempre que sea viejo y esté dispuesto a proporcionarle el alojamiento de lujo que necesita para zorrear hasta el nivel de guarrería al que está acostumbrada. Vestida con sus mallas negras y retorciéndose con una carga de semen recién vertida en el culo, así es como sueña con pasar la tarde del viernes.