A Bianka Brill le gusta sentirse como un juguete sexual. Se sienta y espera durante horas junto al teléfono a que la llame su amo. No juegan en una mazmorra, pero es su esclava sexual y hoy ha llamado para concertar un polvo rápido. A Bianka le gusta mirar hacia atrás mientras él martillea su apretado coñito, y lo que más le gusta es ver cómo se corre encima de ella cuando la saca.