Carmen Luvana necesitaba saberlo. Había visto a este vaquero trabajar en el rancho durante toda la temporada y su cuerpo le hacía flaquear las rodillas cada vez que pasaba por su lado sudoroso y sucio por un duro día de trabajo. Así que un día preparó un picnic y se lo llevó a un campo donde dejó que le follara el coño cachondo con su enorme polla, ¡y mereció la pena!